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El arco de la Colonia de la Prensa, atrapado en un limbo legal

arco de la colonia de la prensa
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Hace apenas unas semanas, un obrero del Ayuntamiento de Madrid se subió a las cornisas del arco de la Colonia de la Prensa para colocar una red y evitar nuevos desprendimientos. No llamó a ningún vecino para pedir permiso. Simplemente trabajaron y se marcharon.

Hasta ahí, todo encajaba con lo que muchos venimos reclamando desde hace años: una intervención de mantenimiento en un edificio que debería ser municipal. Y la alegría fue general, porque no es precisamente habitual ver al Ayuntamiento ocuparse del arco: de hecho, no lo hacía desde 2011.

El problema llegó después. A raíz del post que publiqué en redes –y que recogió también A Voces de Carabanchel– el consistorio salió rápido a matizar: “Ojo, hemos hecho una actuación rutinaria… pero el arco no es nuestro”. ¿Cómo que no? Pues eso: sobre el papel, nadie tiene muy claro de quién es ese arco ahora. Todos echan balones fuera. Y, para rematar, en el Geoportal municipal ha desaparecido la protección urbanística de tipo 2 que conservaba hasta hace nada.

Lo único que hoy está negro sobre blanco es esto: el arco no es de los vecinos de la casa adyacente, que han pasado décadas cargando con él. Y lo ha dicho el propio Ayuntamiento, a través de su Dirección General de Régimen Jurídico Urbanístico. A partir de aquí empieza el verdadero thriller administrativo.

protección del arco de la colonia de la prensa desaparecida
El arco, rodeado con círculo rojo, aparece en gris, es decir, sin protección alguna

Un arco modernista que fue casa de Paca la guardesa

El arco de la Colonia de la Prensa se levanta entre 1913 y 1916, en plena fiebre modernista. Es obra del arquitecto Felipe Mario López Blanco y fue la puerta monumental de una de las primeras cooperativas de viviendas de España, la Asociación Benéfico-Cooperativa de Construcción de Viviendas Baratas Colonia de la Prensa, impulsada por periodistas y escritores conocidos como Los Cincuenta.

Bajo sus torres vivieron, desde los años treinta hasta casi los setenta, Paca, la guardesa, y su marido Teodomiro, junto a sus diez hijos. Allí estaba también la centralita telefónica de la colonia. El arco no era solo un símbolo arquitectónico: era una casa, un umbral, un pequeño mundo colgado sobre la calle.

Tras la Guerra Civil, la cooperativa se fue diluyendo, muchas viviendas cambiaron de manos y el arco quedó en una especie de tierra de nadie, a medio camino entre la memoria vecinal y el olvido administrativo.

Paca la guardesa del arco de la colonia de la prensa
Paca la guardesa del arco de la Colonia de la Prensa

Del sueño cooperativo al laberinto burocrático

En 1910, aquel grupo de periodistas compró los terrenos al norte de la antigua quinta de las Delicias Cubanas al empresario Federico Grases. La idea era sencilla y ambiciosa: construir una colonia de chalés para periodistas que soñaban con una vida campestre a las afueras de Madrid, acogidos a la Ley de Casas Baratas de 1911.

La joya del conjunto fue siempre el arco: elementos florales, cerámica talaverana, bustos en las torres (probablemente inspirados en los primeros cronistas de Indias) y un muro perimetral que aislaba la colonia del resto del mundo. Por él entró Alfonso XIII en 1913, cuando inauguró oficialmente la colonia, aunque las torres aún no estaban rematadas.

Alfonso XIII inaugura la colonia de la prensa en 1913
Alfonso XIII durante la inauguración del primer chalé de la colonia cruza el futuro arco

Tras la Guerra Civil, muchos propietarios abandonaron o vendieron sus casas. La cooperativa asumió parte de aquellas viviendas, y una de ellas, la pegada al arco, la compró en 1947 el magistrado José Fernández Hernando. Pagó 15.000 pesetas por la casa de Eugenia de Montijo 63 / Rodríguez Lázaro 2, pero en la escritura no figuraba el arco, que seguía formando parte del conjunto de la colonia.

En ese momento, en el arco seguía viviendo Paca con cinco de sus hijos.

El error catastral: pagar por algo que no era suyo

A finales de los años sesenta, cuando Paca se mudó, ocurrió lo que tantas veces pasa en España: un error catastral cambió la historia. El arco acabó apareciendo en Catastro como parte de la finca de Eugenia de Montijo 63, y desde 1967 la familia Fernández Martín empezó a pagar el IBI del monumento junto al de su vivienda. Durante casi sesenta años, el Ayuntamiento cobró religiosamente ese impuesto.

Pero la ley es clara: manda lo que diga el Registro de la Propiedad, no el Catastro. Y en el Registro, el arco no está inscrito en la escritura de la casa. De hecho, no está inscrito en ningún sitio.

Durante décadas, además, el arco estuvo físicamente dividido en dos: la antigua vivienda de Paca la custodiaba el empresario textil Constantino Olalde, que tenía varios chalés en la colonia; mientras que el habitáculo pegado al muro de la vivienda familiar, la utilizó la familia Fernández como trastero. Las dos torres solo se unen por la pasarela superior que todos vemos desde la calle.

Cuando el Ayuntamiento pensaba que el arco era suyo (hasta que dejó de serlo)

Hasta 2018, el arco figuraba inscrito como bien mueble del Ayuntamiento de Madrid. Tanto era así que, el 3 de agosto de ese año, varios funcionarios municipales se presentaron con cerrajero incluido para entrar en el edificio como si fuera suyo.

Intentaron cambiar la cerradura, pero los nietos de José Fernández, ante el ruido que se originó, salieron a la calle y les avisaron de que llevaban pagando el IBI del arco desde los años sesenta y, como mínimo, querían saber qué estaba pasando.

La respuesta del Ayuntamiento fue inesperada: en octubre de 2018 sacó el arco de su registro de bienes, alegando que el inmueble tenía propietario privado. Y mientras retiraba al arco de su inventario, seguía cobrándoles el IBI.

Desde entonces, la familia Fernández Martín insistió una y otra vez en lo mismo:

“No queremos el arco, no es nuestro. Solo pedimos que lo asuma quien corresponda y nos dejen de cobrar por un bien que nunca figuró en nuestra escritura”.

arco de la colonia de la prensa

2024–2025: órdenes, recursos y una resolución clave

En junio de 2024, la Dirección General de Vivienda notificó a la familia una orden de ejecución: tenían que adoptar medidas de seguridad y conservación en el arco. Es decir, reparar y asegurar un edificio que, según su propia escritura, nunca había sido suyo.

La familia presentó un recurso de reposición documentando algo tan básico como olvidado:

  • el arco no está inscrito en el Registro de la Propiedad a su nombre,
  • las referencias catastrales no otorgan propiedad,
  • y el propio Ayuntamiento había intervenido varias veces en el edificio (1990, 2011) como si fuera suyo.

También entregaron un juego de llaves a la Junta Municipal para facilitar las inspecciones.

La resolución, notificada este otoño, les da finalmente la razón: el Ayuntamiento reconoce que la puerta de acceso a la colonia no forma parte de la actual parcela registral de Eugenia de Montijo 63 y deja sin efecto la orden de ejecución contra la familia.

Traducción al lenguaje de la calle: “Lo sentimos, nos hemos equivocado de destinatario. El arco no es suyo”.

El Ayuntamiento no ha recurrido esta resolución y el plazo para hacerlo ha expirado. Es firme.

Un arco en limbo legal… y ahora también sin protección urbanística

Y aquí llega la segunda parte del problema.

Hasta hace unas semanas, en el Geoportal del Ayuntamiento de Madrid el arco aparecía enganchado a la finca de la casa contigua, con la misma protección urbanística: nivel 2, protección estructural. Es decir, estaba obligado a conservar al menos su estructura y volumetría principales.

Pero tras la resolución y la segregación catastral, el arco se ha independizado también en el mapa como muestro en la imagen que abre este reportaje:

  • La casa de al lado sigue coloreada como “estructural”.
  • El arco aparece ahora en gris, como si no tuviera ningún tipo de protección.

Ni ficha propia, ni nivel de protección asignado, ni nada. Para el visor urbanístico, el emblema modernista de la colonia se ha convertido en un simple volumen sin valor especial.

Es la tormenta perfecta:

  • sin dueño claro,
  • sin inscripción registral,
  • y sin protección gráfica en el principal instrumento de consulta municipal.

Lo que dice el Plan General

Ahora bien, hay algo a lo que agarrarse: el Plan General de Ordenación Urbana de 1985. Los propios planos originales del Plan General sitúan el arco dentro del ámbito de protección de la colonia de la Prensa, con nivel de protección integral.

Por tanto, que hoy el Geoportal lo pinte en gris no significa, en teoría, que haya dejado de tener valor; significa que la cartografía digital va por libre respecto a la normativa. Otro síntoma más del caos administrativo que rodea al arco.

pgou 1985 arco colonia de la prensa

¿De quién es el arco?

La resolución municipal solo dice una cosa con claridad: el arco no es de la familia Fernández Martín.

No aclara, sin embargo, quién es el titular real. No lo declara bien municipal ni lo inscribe de oficio. No aparece (a fecha de hoy, 7 de diciembre de 2025) ni en el registro de bienes muebles del Ayuntamiento ni el de bienes inmuebles. Sencillamente, libera a una familia de una responsabilidad que nunca le correspondió… y deja el monumento en el aire.

Si miramos la realidad física y urbanística, las pistas apuntan en una dirección:

  • el arco vuela sobre la vía pública, en la entrada a Rodríguez Lázaro 1;
  • el Ayuntamiento ha actuado en él varias veces (y la última, colocando la red de seguridad en la cornisa, sin pedir permiso a nadie);
  • Catastro lo ha separado de la finca privada;
  • y la antigua propietaria teórica, la cooperativa de periodistas, hace décadas que desapareció.

Lo razonable, lo lógico y lo patrimonialmente responsable es asumir que el arco debe ser un bien municipal, inscrito como tal y protegido en consecuencia.

arco de la colonia de la prensa

Lo que está en juego: mucho más que una puerta bonita

El arco de la Colonia de la Prensa no es un capricho estético del barrio. Es:

  • uno de los pocos ejemplos de arquitectura modernista que quedan en Madrid,
  • la puerta simbólica de una colonia pionera en la vivienda cooperativa,
  • y un pedazo de la memoria de Carabanchel.

Dejarlo en un limbo legal y urbanístico es condenarlo, poco a poco, a la ruina. Sin propietario claro no hay inversión. Sin protección efectiva no hay obligación de conservar. Sin ficha en el catálogo nadie se siente interpelado.

Y ahora, ¿qué?

Después de esta resolución, ya no hay excusas:

  1. El Ayuntamiento debe asumir la titularidad del arco, inscribirlo correctamente e incorporarlo de nuevo a su inventario de bienes.
  2. Debe recuperar y reforzar su protección en el catálogo urbanístico, con ficha propia y nivel suficiente para garantizar su conservación.
  3. Y, sobre todo, tiene que planificar su restauración: consolidar la estructura, recuperar las cerámicas, asegurar las cornisas y devolver al arco la dignidad que merece.

No se trata solo de reparar un edificio viejo. Se trata de enviar un mensaje claro sobre qué tipo de ciudad queremos: una que deja caer sus símbolos bajo el peso de la burocracia, o una que convierte su patrimonio en palanca de futuro.

Desde PorCarabanchel seguiremos contando esta historia. El arco ya no es de una familia que nunca lo tuvo en su escritura. Es, cada vez más claramente, responsabilidad de todos. Y eso significa, en primer lugar, responsabilidad del Ayuntamiento de Madrid.

Mientras tanto, la red que han colocado en la cornisa seguirá recordándonos que el tiempo corre… y que el patrimonio, si no se cuida, se cae. Literalmente.

ruta por la colonia de la prensa de carabanchel


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