En este 2022 me he propuesto acercaros muchas más historias de esos pequeños comercios que dan tanta vida a nuestro barrio. Ya no de los comercios en sí, sino de las personas que hay detrás; de quienes levantan el cierre cada mañana para, con su mejor sonrisa, brindar una experiencia inigualable a quienes todavía apuestan por el trato cercano y de calidad.
Es el caso de Paqui Vera. Aunque nacida en Chamberí, Paqui vive desde hace 34 años en Carabanchel. Seguro que quienes gusten de visitar los bajos de Opañel la habrán visto moverse a toda velocidad entre las mesas de uno de sus locales más emblemáticos: La Piazzola. “Empecé a trabajar aquí en el verano de 1998. Apenas llevaba abierto 20 días. Entré con un contrato de sustitución en la cocina y me quedé”, recuerda.
Y estuvo en la cocina varios años, hasta que en 2005, su jefe decidió que quería traspasar el bar. Paqui se lo pensó mucho, pero como la mujer valiente que es, decidió dar el paso, echar el resto, y quedarse el traspaso. Desde entonces, han pasado 17 años, y actualmente La Piazzola se ha convertido en uno de los bares referentes de Carabanchel, sobre todo por dos motivos: su amplísima carta de cervezas y sus destacadísimas hamburguesas. Pero también por el impecable equipo de mujeres que está al lado de Paqui: Simo, Raquel y Bárbara. «Llevamos muchos años trabajando juntas, gestionando el negocio codo con codo. Ellas tres son gran parte de La Piazzola», reseña Paqui.
Aun con todo, la esencia del negocio no ha cambiado mucho desde aquellos primeros años en que los bajos de Opañel eran un bullicio de gente joven. Al principio, nos cuenta Paqui, no era tan rockero como se podía presuponer. A finales de los 90′, más allá del mítico Star Rock Legend (conocido como ‘bar de Rosendo’ y que no ha sobrevivido a la pandemia tras tres décadas abierto), el ambiente era más bien ‘pachanguero’, que se decía por aquel entonces, con locales inolvidables para los asiduos como La Misión o el Imagine.
Unos años más tarde fue cuando abrieron emblemáticos como el Hellraiser (que aún aguanta como templo del metal), el Lagartijo Rock o el Julia Rock Bar y dieron un giro a los bajos, atrayendo a cientos de personas cada fin de semana para disfrutar de uno de los rincones más rockeros y metaleros de la capital; sin nada que envidiar a los míticos bajos de Argüelles. Fue en ese momento cuando Paqui decidió redefinir el concepto de La Piazzola para adecuarlo al ambiente que se respiraba en los bajos. Desde entonces, aunque la esencia ya no sea la misma, los circuitos tradicionales de música heavy de Madrid siguen marcando con punto rojo esta simbólica plaza carabanchelera.
Más de 30 cervezas de todo el mundo
“En aquellos primeros años, además de las hamburguesas, los sándwiches y los perritos, en La Piazzola había una cámara con 17 sabores de helado”, recuerda Paqui. Hoy, la cámara es una de las pocas cosas que ha desaparecido, dejando hueco a otra nevera repleta de cervezas. Porque, como decía más arriba, La Piazzola se caracteriza por tener una de las cartas más amplias de cerveza de Carabanchel.
“Ahora mismo tenemos 33 referencias, incluidas cervezas sin gluten o sin alcohol”, explica Paqui. Su extensa carta no deja indiferente a nadie. Los amantes de la ‘birra’ pueden disfrutar de cervezas españolas, belgas, alemanas, inglesas, checas, estadounidenses; de barril, artesanas, rubias, negras, tostadas o de trigo. Hay opciones para todos los gustos. Incluso para los más ‘barrionalistas’, pues como no podía ser de otra manera, la carta de cervezas de La Piazzola guarda un lugar destacado para las cervezas del barrio: La Patanel y la Groovie. Además, todos los meses tienen una cerveza nueva. Es la “cerveza del mes” y, si triunfa entre la clientela, pasa a formar parte de la carta.
Pero hay más, y es que a este amplísimo listado se sumó en julio de 2021 una nueva y atractiva marca: La Paca. “Pues sí, ya tenemos nuestra propia cerveza”, sonríe Paqui. Y es que tras tantos años sirviendo cervezas de Carabanchel, de España y del mundo, en plena pandemia decidieron que era el momento de invertir en una cerveza propia. Roberto, maestro cervecero de la carabanchelera Groovie, aceptó el reto y preparó los primeros 1.000 litros de La Paca. “Gustó tanto que en octubre tuvimos que preparar otros 1.000 litros”, señala Paqui. Y es que lo de ‘ponme una Paca, Paqui’ se ha convertido en una de las frases más repetidas de los últimos meses.
Fiestas temáticas
Tras tantos años sirviendo mesas, Paqui sabe que no hay nada mejor que un buen reclamo para atraer a la clientela. Sobre todo a aquella que se atreve a disfrutar de La Piazzola por primera vez.
Por eso, aprovechan cualquier celebración para organizar ‘fiestas temáticas’ que despierten la curiosidad de propios y extraños. Celebran Halloween, el Oktoberfest, San Patricio, San Isidro o incluso la mítica fiesta de Yule o del solsticio de invierno que, por un día, roba el protagonismo a la cerveza para dárselo al vino caliente y a las galletas de jengibre.
Y para acompañar tan rica bebida, ¿qué se aconseja? La dueña de La Piazzola lo tiene claro: “Las hamburguesas. Bueno, y las patatas del corral y unas lágrimas de pollo”. Vayamos por partes. Podríamos decir que las hamburguesas se han convertido en el plato estrella de este local de los bajos de Opañel. Las hay de pollo y ternera; si bien las que más triunfan son las de buey. “Yo soy fan de la Como Cabras”, nos cuenta Paqui, en referencia a una hamburguesa que, además de carne de buey, incluye salsa de frambuesa, queso de cabra y lechuga.
Al igual que con las cervezas, hay hamburguesas aptas para todo tipo de paladares: la de Mallorca con sobrasada y miel; la italiana a base de mozzarela fresca; la golosa, con una base de mermelada de cebolla y, como no podía ser menos, la de cerveza, con una salsa realizada con tan exquisito elixir.
Aun así, la mayoría de los clientes de La Piazzola acude al local sin prisa, para relajarse, beber buena cerveza y picotear. Por eso, aparte de las hamburguesas, en su carta encontramos ensaladas, calamares, croquetas y hasta codillo alemán, sin olvidarnos obviamente de perritos, sándwiches, bocadillos, pitas y molletes. De todas formas, uno de los platos que más se repite entre la multitud de mesas que acoge el local (tanto en el interior como en su inmensa terraza) es el “Del Corral”, o, lo que es lo mismo, una suculenta fuente de patatas acompañadas de queso de cabra, huevos fritos, miel mostaza y tiras de pollo empanadas.
Sin duda, una carta abundante y muy bien acogida por una clientela que, como bien señala Paqui, es “muy fija, muy familiar y muy del barrio”. Porque con el paso de los años, por La Piazzola ha pasado mucha gente, pero casi toda repite. “Venían chavales que ahora son padres; y padres que ahora son abuelos”, asegura con cierta añoranza. De todas formas, la dueña de La Piazzola y Jose, su pareja, que sigue atento la entrevista, se muestran felices con la irrupción de gente joven que está ‘cruzando el charco’ en los últimos años. “Están rejuveneciendo el barrio, porque se estaba haciendo ya muy mayor”, coinciden.
Una vida ligada al rock
Pero sin duda, más allá de su carta, si hay algo que caracteriza a La Piazzola es su vinculación con el rock. Se podría decir que es un minibar temático por su decoración, donde los vikingos y la música son los grandes protagonistas. Hay cuernos, jarras de cerveza y escudos a la par que bajos, guitarras, platos, baquetas y hasta una foto de Freddie Mercury.
El culpable de la decoración es Jose, que fue quien incitó a esta reconversión una vez que la plaza se convirtió en una de las más rockeras y metaleras de todo Madrid. De hecho, hasta no hace muchos años, entre sus fiestas temáticas destacaban el vermú del rock o la quedada vikinga, así como acciones solidarias como el ‘kilo rock’ o una recogida de juguetes con la asociación “El rock es cultura” para repartirlos posteriormente entre las familias más necesitadas del barrio. Tan importante eran estas acciones que hasta medios como Mariskal Rock se hicieron eco de ellas en su momento.
De ayer a hoy…
Pero la situación ha cambiado un poco. Paqui se pone seria porque quiere hacer hincapié en que echa de menos la unión que había antes. “Los bajos éramos una piña”, enfatiza. Bares de copas y bares de comida (La Piazzola y el histórico Jesago) se ofrecían apoyo mutuo siempre que era necesario. “Nos defendíamos entre todos y cada vez que había un problema salíamos a ayudar. Había mucho compañerismo en los bajos, pero esto ha cambiado bastante”, cuenta.
“Hasta magia teníamos”, recuerda. Y es que durante años, en uno de los locales de la plaza estuvo el Círculo Mágico de Madrid, más conocido como la Sociedad Española de Ilusionismo de Madrid, y todos los lunes se reunían en La Piazzola para cenar y hacer trucos entre la clientela. Pero el local se les quedó pequeño y se mudaron al barrio de Ventilla. Aun así, la magia no se ha perdido del todo, pues actualmente, los bajos de Opañel acogen a otro singular lugar: el Chop Cup, un taller artesano que se encarga de crear los accesorios que necesita todo buen mago.
Pero como decíamos, aquellos eran otros tiempos. Sin duda, la prematura e inesperada muerte de Jose, el inolvidable dueño del Lagartijo, marcó a una plaza a la que le está costando recuperar el ritmo de antaño. “El Lagartijo hizo mucho bien al barrio y a los bajos de Opañel. Nos apoyábamos mucho mutuamente”, recuerda Paqui.
Sin embargo, la esperanza es lo último que se pierde y la dueña de La Piazzola espera que con el paso del tiempo todo vaya volviendo a la normalidad. No cabe duda de que la pandemia también ha hecho mucho daño, por eso cree que deberían surgir iniciativas para reactivar toda la zona, tanto por parte de los hosteleros como por parte de la Junta Municipal. “Se deberían hacer más cosas, pero no lo veo fácil porque todavía falta mucha unión, pero las puertas de La Piazzola están abiertas”, asevera.
Y de pronto pienso: ¿Por qué no intentar organizar un Oktoberfest en toda la plaza? ¿Por qué no desarrollar una semana de la tapa en la zona? Sin duda, son muchas las iniciativas que podrían llevarse a cabo si los negocios de la zona se empeñan en conseguirlo. Y si necesitan ayuda externa, proyectos como Por Carabanchel se prestan para facilitarla.
Cultural y solidario
Por último, La Piazzola también se reconoce en el barrio por su solidaridad y su apoyo a la cultura. Desde hace años, el local ha acogido presentaciones de libros, de discos, de artesanía… En algún momento, hasta algún acústico que otro, si bien es algo que no pueden volver a repetir porque la normativa ya no lo permite. “Pero estamos dispuestos a acoger todo tipo de iniciativas culturales”, remarca Paqui.
De hecho, cada martes se reúne un grupo de conversación de inglés a tomar unas cervezas y practicar este idioma, aunque con la pandemia ha echado un poco el freno. Y hasta han sido protagonistas de la webserie “Cosas del barrio”, una iniciativa humorística que nació en plena pandemia para poder ayudar a algunos comercios del barrio y que ha cosechado ya una buena legión de seguidores en YouTube.
Asimismo, La Piazzola sigue siendo solidaria. Porque, aunque ya no organice la recogida de juguetes, por falta sobre todo de un local apto para ello, sí forma parte de la Despensa Solidaria de Carabanchel y tienen un punto de recogida de alimentos no perecederos. “Nos gusta ayudar y siempre que podemos echamos una mano al barrio”, reconoce Paqui.
De hecho, cuando estalló la pandemia, La Piazzola donó toda la comida que abarrotaba sus cámaras a la Despensa Solidaria. “Fue duro y enriquecedor a la vez. Duro porque vimos cómo se vaciaban todas nuestras cámaras sin saber si podríamos volver a llenarlas de nuevo; enriquecedor porque sabíamos que toda esa comida no se iba a desaprovechar e iba a ayudar a un montón de familias necesitadas del barrio”, afirma.
Al final, ese tipo de iniciativas son las que hacen clientela fiel y también las que hacen barrio. Porque, ante todo, Paqui y Jose son de Carabanchel. Y sienten el barrio por los cuatro costados. Por eso, también se entristecen cuando ven que cada vez cierran más negocios. “No cambiaría por nada este barrio, pero sí me da pena pasear por General Ricardos o calle Laguna y ver que cada vez hay más locales con la puerta bajada. Lo mismo está pasando con los mercados, están todos desapareciendo. Y eso que en estos comercios te atienden mucho mejor que en una gran superficie y no son más caros, por mucho que exista esa creencia generalizada. Pero es que la gente se ha vuelto muy cómoda y prefiere irse un día al centro comercial y comprar todo allí”, reflexiona Paqui.
Y es así. Pero lo que tenemos que empezar a plantearnos es que por cada comercio que cierra, se pierde un poco de vida en el barrio. Pero también de seguridad y de luz en nuestras calles, que cada día están más desangeladas. De ahí la necesidad de que todas y todos apoyemos a negocios como La Piazzola y como los muchos que irán apareciendo estos meses en esta página web. Porque sin ellos, Carabanchel se muere. En nuestra mano está mantener el barrio vivo.
-> Conoce La Piazzola: Accede a su carta
Estupendo reportaje, creo que describe muy bien lo que es La Piazzola y lo que sois vosotros, buena gente y buenos profesionales. Un beso fuerte
Muy buen reportaje, la Piazzola es un sitio genial para cervecear, comer y compartir con amigos! Aún así, echo en falta en el artículo una mención a uno de los locales más emblemáticos de la plaza: el Hellraiser!! Visita obligada para todos los amantes del buen metal, y con un trato personal más que bueno. Un plan de Piazzola + Hellraiser es apuesta segura de diversión!!
Toda la razón, ya está subsanado. Perdón por el lapsus 😀
Nuestro oasis en estos tiempos tan convulsos. Muchas gracias a Paqui que nos hace sentir como en casa.
Gran reportaje! Mítica Piazzola y sus lágrimas de pollo, no podían faltar antes de entrar al Hellraiser para culminar la noche, no se puede hablar de los bajos de opañel y no mencionarles tan siquiera, llevan 15 años formando parte de la plaza del rock de Carabanchel son una parte importantisima de los bajos y sus clientes cenamos siempre en Piazzola o Jesago
Toda la razón, ya está subsanado. Perdón por el lapsus 😀
La Piazzola Mola.
No hay mucho más que añadir, hay que ir y sentirse arropado y a gusto. Para mí, como mi casa