No fue un encargo al uso. Tampoco un proyecto nacido en un despacho ni en el silencio de un estudio. La serie de cuadros que hoy preside el altar mayor de la Parroquia de Nuestra Señora del Sagrario, en la Colonia de la Prensa de Carabanchel, surgió de una conversación entre amigos, de una complicidad inesperada y de la voluntad de recuperar la memoria visual del templo. El artista carabanchelero y vecino de la colonia, Desiderio Enrique González Reglero, fue el autor de la obra. El impulsor, el párroco Ladislao Luna, fallecido en agosto de 2023, cuya visión sigue presente en cada trazo.

Todo comenzó con una promesa familiar
El origen es casi novelesco. Enrique ofreció a Ladislao —Ladis, para los amigos— pintar un cuadro para cumplir una promesa familiar un tanto supersticiosa. El párroco, con su habitual humor, no solo aceptó la propuesta: la multiplicó. “Me dijo: no quiero una Última Cena, ni un papa, ni un santo. Quiero a los cuatro evangelistas, a tamaño real, para recuperar lo que hubo aquí cuando esto era la capilla del Cottolengo. Las monjas se llevaron sus cuadros, solo dejaron el Cristo. Y este Cristo, de más de tres metros, necesita algo a su altura”.
Pintar en familia, desde Carabanchel
La obra se llevó a cabo entre mayo y agosto de 2021, en una nave de la calle Federico Grases. Enrique contó con la colaboración esencial de sus hermanos Pedro y Pepe, que ayudaron con la estructura, imprimaciones y montaje. Su pareja, Ana García Natal, se encargó de los detalles más minuciosos.
Los cuadros tienen 240 x 120 cm cada uno, acrílico sobre panel de madera. Las figuras fueron inspiradas en rostros reales. “Los evangelistas recuerdan a algunos miembros de mi familia. Luego los estilizamos, les dimos un aire más antiguo. No lo hicimos por ego, sino por cercanía. Porque esta obra, como decía Ladislao, tenía que tener alma”.
El fondo de los cuadros muestra Jerusalén, con sus edificios sagrados —la Cúpula de la Roca, la iglesia del Santo Sepulcro o el Muro de las Lamentaciones—, fundiendo símbolos cristianos, judíos y musulmanes en un mismo horizonte. Las figuras están tratadas como si fuesen vidrieras. “Queríamos que parecieran iluminadas desde atrás. Las sombras están pintadas como si el sol pasara a través de una cristalera. Es una escena con mística, pero también con técnica”.

La incorporación de Gabriel y Esperanza
Tras ver el resultado, Ladislao propuso coronar el altar con dos nuevas figuras: el arcángel Gabriel y la arcangelina Esperanza. “Me dijo: ‘Ahora que estamos metidos en faena, ¿por qué no me haces algo arriba?’. Y así lo hicimos. Uno a cada lado del conjunto, como protectores celestiales”.
Pintados en lienzos de 80 x 120 cm, en tonos sutiles y mirada serena, Gabriel y Esperanza representan el cuarto rayo, la llama de la resurrección y la ascensión. “Gabriel es el mensajero divino, el que anuncia. Esperanza es una figura moderna, femenina, que protege y acompaña, especialmente a las mujeres embarazadas. Tiene una energía distinta, necesaria también en lo espiritual”.

Una misa para la consagración… y la despedida
El 23 de agosto de 2021 se instalaron los evangelistas. Y no faltaron anécdotas: “Antes de subir los cuadros, nos hicimos fotos con ellos —recuerda Enrique—. Ladislao, en pleno verano, salió en pantalón corto, bromeando: ‘¡Ni se te ocurra sacar al Cristo detrás, que estoy en bermudas!’. Era un cura de los buenos: cercano, sabio, con sentido del humor. Uno de esos que dejan huella sin levantar la voz”.
Aunque no hubo entonces una ceremonia formal de bendición, la consagración espiritual de la obra llegó dos años después, durante la misa funeral del propio Ladislao, celebrada en agosto de 2023. El acto estuvo presidido por el entonces arzobispo auxiliar José Cobo Cano —hoy cardenal y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española—, quien se mostró visiblemente emocionado con la obra. “Me felicitó efusivamente”, recuerda Enrique.
“Ver la iglesia llena, con los cuadros ya en su sitio, y a Ladislao presente, aunque ausente… fue una especie de milagro laico”. Fue un último gesto hacia su legado más visible.

Ladislao: el párroco que supo mirar atrás
Ladislao Luna nació en Malagón (Ciudad Real) en 1959 y fue ordenado sacerdote en 1988 en Madrid. Pasó por parroquias de Valdemoro, Getafe y Madrid antes de llegar en 2018 a Nuestra Señora del Sagrario. Allí no solo dirigió espiritualmente la parroquia, sino que recuperó parte de la historia local.
Fue él quien confirmó que el edificio parroquial, ubicado en la calle Siglo Futuro, había sido en su origen la casa del periodista Antonio de Lezama, director de La Libertad, y más tarde del poeta Manuel Machado. “Por esa escalera —que aún se conserva— subía a diario Machado, como después lo hacía Ladislao”, escribí el día que supe de su fallecimiento.
Ladislao murió el 21 de agosto de 2023, a los 64 años, víctima de un infarto. Apenas dos años después de ver instalada su obra más querida.

Un legado que permanece
Hoy, los cuadros siguen ahí. Presidiendo el altar. Dialogando con el crucificado. Recordando que la fe también se pinta, que el arte puede nacer de una promesa íntima, y que hay curas que iluminan más que los sermones.
“Hubo otro cura que se quejó —me confía Enrique—. Decía que los evangelistas le quitaban protagonismo al Cristo. Y Ladislao, con su socarronería habitual, respondió: ‘Hasta en la Iglesia hay lelos’. Así era él”.
En Carabanchel, donde la historia se escribe también en muros, escaleras y cuadros, esta obra es ya parte del paisaje espiritual del barrio. Y un testimonio vivo de un cura inolvidable y de un artista que convirtió la fe en pincelada.
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Estupendo y entrañable artículo
Las pinturas muy originales que han cambiado radicalmente la imagen del templo
Enrique, es un tío pintando de los grandes 👏👏