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Carabanchel, la dulce perla

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Mucho se ha hablado en los últimos tiempos del pasado romano de Carabanchel. Está más que demostrado que allá por el siglo I y II d.C., la zona del Parque de Eugenia de Montijo (terrenos de la antigua cárcel incluidos) estuvo poblada por alguna que otra villa romana. No podemos obviar que en los terrenos de la familia Montijo-Miranda apareció el espectacular mosaico de las Cuatro Estaciones, que se conserva en el Museo de los Orígenes. Hace unas semanas, se pusieron en marcha unas excavaciones arqueológicas en la zona. Aunque no se están encontrando tantos restos como cabría esperar, no hay duda de que estos asentamientos existieron.

Por eso, quería hablar sobre el origen (conocido) de nuestro barrio. Sobre ese germen de lo que hoy somos, un antiguo pueblo, el de Carabanchel primero -y los de Carabanchel de Arriba y Carabanchel de Abajo después-, que han vivido infinidad de procesos históricos hasta llegar al distrito que hoy conocemos. Porque como dice José María Sánchez Molledo en su libro más popular, Carabanchel «es un distrito con historia». Con mucha historia, apuntaría yo.

Para adentrarnos en el origen del Carabanchel actual tenemos que viajar hacia atrás en el tiempo. Concretamente, hasta el año 1085 de nuestra era. Es en esa época cuando se recogen los primeros escritos de Carabanchel, «la dulce perla».

El Carabanchel musulmán…

En época musulmana (siglos VIII-XI), este territorio estuvo poblado por algunas alquerías donde se concentraba toda su población. En el siglo IX, el emir Mohamed I de Córdoba estableció el primer asentamiento permanente en Mayrit, el gran Madrid que hoy conocemos. Este poblado se situaba en la zona que hoy ocupa el Palacio Real y que antes ocupó el Alcázar, trágicamente desaparecido.

Como hasta no hace mucho decían los mayores del lugar, ‘todo esto antes era campo’ y así era aquel minúsculo Carabanchel: todo campo desde la ermita de Santa María La Antigua (por entonces de La Magdalena) hasta el río Guadarrama, actual Manzanares. Entonces, esta pequeña aldea servía para abastecer de cereales y ganado a ese emergente Mayrit.

La conquista castellana

Pero como decía antes, 1085 es una fecha clave. Ese año, el rey Alfonso VI de León, apodado ‘el Bravo’, conquistó Toledo a los árabes y con ello la ciudad de Mayrit y también nuestra pequeña aldea. Pero décadas más tarde, a mediados del siglo XII y en tiempos de Alfonso VIII de Castilla, la Corona decidió vender estas tierras y convertirlas en jurisdicción señorial. Es decir, fueron enajenadas de realengo para cederlas a la cada vez más poderosa nobleza.

El primer dueño reconocido de estas tierras fue el conde Pedro Manrique, alcaide del Alcázar de Madrid, con el objetivo de que las repoblase. No duraron mucho las tierras en manos del tal Manrique, pues pronto las donó al conde Gonzalvo Díaz y a su esposa Melisenda a cambio de haber saldado estos una deuda que aquel tenía con un tal Pedro Navarro. El pergamino de compra y venta, que hoy se conserva en la Catedral de Toledo, data de 1181.

Y dice así:

“En el nombre del Señor. Amén.

Deseo se manifieste tanto a los presentes como a los futuros como yo Pedro, conde por la gracia de Dios, y mi hermana María Manrique, damos a vos Gonzalvo Díaz, amado nuestro y a vuestra esposa doña Melisenda, por los muchos servicios que nos hicisteis, Carabanchel, dada en prenda, como dulce perla, a Pedro Navarro por 100 maravedíes y vos la librasteis de aquellos 100 maravedíes.

Damos a vos, digo, la susodicha heredad, con entradas y salidas, prados, fuentes, ríos y molinos y con todas sus pertenencias y con viñas, para que la tengáis y poseáis vos y todos vuestros descendientes para siempre jamás por juro de heredad y tengáis la potestad de hacer de esta lo de deseéis, para darla, venderla o cambiarla, y si alguien de los nuestros, u otros, quisiera deshacer este nuestro hecho, o en algo disminuirlo, caiga plenamente en la ira de Dios omnipotente y le trague la guerra con Satán y Abirón y peche 1.000 aureos a la potestad del coto regio; y a vosotros, haciendo sentir vuestra voz, sea doblada la heredad en parecido lugar”.

La especulación de don Gonzalvo

Diez años más tarde, Gonzalvo Díez se cansó de la “dulce perla carabanchelera” y aun a riesgo de entrar en guerra con Satán decidió hacer negocio y vender la aldea y todo lo que en ella había, habitantes incluidos. Los compradores fueron Lupo Pétriz y su esposa doña Fronila, que pagaron por Carabanchel 300 maravedíes, el triple de lo que había pagado Gonzalvo Díez diez años antes.

Como podéis ver, lo de la especulación nos viene de muy atrás…

Y así es como nace la historia, al menos la conocida, de nuestro querido barrio: en un lejano siglo XI. Pero, ¿sabéis de dónde viene el origen del vocablo Carabanchel? Muy pronto os lo contamos.


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